Las operaciones corporativas están en un momento de actividad muy intenso debido a diferentes factores de índole estratégico y financiero :
Estratégicos:
- Necesidad/posibilidad de reposicionarse en mercados y tecnologías
- Crecimiento empresarial soportado en integración / absorción de compañías
- Decisiones de desinversión como medio para obtener recursos financieros
- Entrada en actividades de mayor proyección y crecimiento futuro
Financieros:
- Hay mucha liquidez en el mercado tanto por parte de entidades financieras que financian las operaciones como de inversores financieros que ofrecen deuda y capital
- La situación de crisis ha hecho que surjan oportunidades para los compradores a precios razonables. Las crisis de unos son oportunidades para otros
- Los costes de financiación son muy asumibles
- La búsqueda de rentabilidad por parte de los inversores financieros está haciendo que hayan crecido un gran número de fondos de Capital Riesgo a la búsqueda de inversiones en todos los segmentos de empresas y en diversas fórmulas de inversión.
A pesar de la incertidumbre existente en el mercado, las operaciones corporativas vuelven a formar parte de la Estrategia de crecimiento y diversificación de las Grandes Empresas y de los inversores financieros en la búsqueda de rentabilidades.
La pandemia y sobre todo sus posteriores efectos están haciendo reflexionar a los propietarios de compañías sobre la continuidad en la propiedad y gestión de sus empresas y cómo afrontar los retos futuros con garantía y energía.
En esta reflexión íntima, se entremezclan no solamente conceptos económicos sino sentimentales.
Desde el punto de vista sentimental no es infrecuente que se considere la venta de la empresa como una decisión de último recurso y no como una alternativa prioritaria.
En las empresas de marcado carácter familiar el apego forma parte de los sentimientos y la decisión de venta puede considerarse como una desafección o como una traición a los deseos o intenciones del fundador.
Sin embargo, la realidad económica y la continuidad de los negocios no depende del sentimiento sino de tener unos objetivos claros , además de la capacidad y energía y recursos necesarios para llevarlos adelante.
La pandemia ha puesto de manifiesto debilidades como son:
•La reducida dimensión
•El excesivo apalancamiento, que ante la disminución de los ingresos ha supuesto que afloren las tensiones financieras . Afortunadamente han sido aliviadas por préstamos ICO, que por cierto, deberán devolverse, con lo que si no hay una recuperación de ingresos y rentabilidad los problemas resurgirán.
•Las dificultades para reorientar la estrategia de las compañías ante los cambios acelerados que se están produciendo y el acceso a los recursos necesarios para ello.
Otra de las consecuencias derivada de la pandemia y de la incertidumbre a la que estamos sometidos es el agotamiento de los empresarios lo que contrasta con el alto nivel de exigencia y motivación que los nuevos retos conllevan . Esta situación afectará muy probablemente a la competitividad de las compañías y a la capacidad para adaptarse al nuevo entorno más globalizado y cambiante.
¿Qué hacer ante estas circunstancias?
Cuando se producen circunstancias como las descritas, cansancio o falta de motivación, escasez de recursos para abordar nuevos retos, la venta de la compañía es la decisión adecuada.
Otro aspecto fundamental de la decisión de venta, es cuándo es el momento adecuado.
Según nuestra experiencia el momento adecuado es cuando la empresa mantiene su valor y no se encuentra ya en declive.
Con frecuencia la decisión de venta se produce cuando la empresa está afrontando ciertas dificultades lo que supone una merma de su valor.
La decisión de venta de una empresa debe ser meditada y planificada adecuadamente, ya que de ello dependerá el buen fin del proceso y la maximización del valor. La trascendencia de la decisión va más allá de los Propietarios y afecta a trabajadores, clientes, proveedores, etc y por tanto no puede tomarse de manera improvisada.
Ser consciente de las propias limitaciones y tomar la decisión de pasar la propiedad a un tercero es un hecho de realismo y de honestidad.
Por eso no hay que plantearse la decisión de venta de una empresa, que uno ha creado, como un fracaso, sino como una alternativa prioritaria para conseguir que la empresa continúe y crezca creando trabajo y riqueza, en manos de otros propietarios es un motivo de orgullo personal y de éxito empresarial.