Después de la crisis financiera del 2008/2010 ya nos habíamos acostumbrado a desenvolvernos con cierta soltura en entornos de incertidumbre y ahora nos enfrentamos de nuevo a un escenario donde a nivel mundial no conocemos ni el alcance, ni la duración de la denominada «Nueva Normalidad» derivada del COVID 19 . En estos escenarios la toma de decisiones estratégicas es muy compleja, pero está claro que también es un momento de importantes oportunidades para el cambio y la regeneración que nos permitan salir de la crisis más sabios , más fuertes y con visiones renovadas.
En lo que respecta a las Operaciones Corporativas vamos a asistir a movimientos entre empresas, Compraventas, Fusiones, integraciones y alianzas, que van a tener como objetivo hacer empresas más competitivas, más integradas, y en definitiva más fuertes y capacitadas para los nuevos retos.
La situación de crisis va a inducir a que propietarios de empresas familiares o no ,sin una sucesión clara o con falta de ella, que puedan estar cansados para liderar en condiciones los esfuerzos que va a demandar la gestión en estos tiempos , se encuentren ante la disyuntiva de qué hacer, poner en venta la compañía o esperar a que la situación mejore.
Es frecuente y humano, que al enfrentarse a la decisión sobre la continuidad empresarial surjan dudas sobre cuando es el momento adecuado:
“Estos años no están siendo buenos y voy a esperar a que la situación mejore” …
“Ahora no es el momento porque voy a poner en marcha proyectos importantes que van a suponer un incremento de valor” …
“Ahora que la empresa va bien voy a esperar un poco más” ..
En definitiva razones cuyo objetivo es demorar una decisión que es inexorable y que según nuestra experiencia en el acompañamiento en este tipo de reflexiones ,el paso del tiempo en un alto porcentaje de los casos va en contra del proceso y de los intereses de la propiedad.
Estamos en momentos de incertidumbre , pero también de oportunidad para hacer empresas, más dinámicas, con mayor tamaño y con más valor añadido. Como país disponemos de una fuerte capacidad industrial en sectores maduros, con buenas empresas pero que tienen una escasa rentabilidad que están necesitando una reestructuración, una modernización en definitiva un proceso de concentración.
Por otra parte hay empresas y/o grupos empresariales con recursos de gestión y capacidad financiera para afrontar operaciones y dinamizar procesos de concentración. Igualmente no son pocas las empresas extranjeras que consideran nuestras empresas de su interés y por tanto objetivo de sus inversiones.
Los inversores financieros cuentan con una gran liquidez y están en permanente búsqueda de proyectos en los que invertir lo que puede suponer una importante ayuda para afrontar los retos de esta nueva crisis, o sustituir a los actuales propietarios
Basados en nuestra experiencia, la actual situación es un momento para que los empresarios /accionistas con inquietudes sobre la continuidad de sus empresas realicen su reflexión sobre el cómo enfocar y sobre todo cuándo es el momento de abordar este gran y definitivo reto personal y empresarial y vender la empresa o incorporar un nuevo socio. Toda operación corporativa es compleja tanto por la propia dificultad técnica como por la carga emocional que lleva la decisión y las negociaciones hasta alcanzar los acuerdos y obviamente por el sentido económico/ patrimonial. Por tanto es muy importante tener las convicciones asentadas antes de lanzar el proceso.
Para aquellos empresarios/accionistas que estén con este dilema, nuestro consejo es no dejar pasar el momento, vienen años duros y exigentes pero también de oportunidades que si no se aprovechan muy probablemente no vuelvan a presentarse y se pierda el tren del cambio.
Conocemos muy pocos propietarios que se hayan arrepentido de haber vendido sus empresas, o incorporado nuevos socios a sus proyectos , pero sí conocemos muchos que se han arrepentido de haber dejado pasar la oportunidad.
*Foto: Portada disco Mingo Fishtrap , «On Time».