Vivimos tiempos difíciles, en los que muchas empresas se están viendo afectadas por una fuerte subida de los costes (energía, mano de obra, materias primas, tipos de interés, …), lo cual va a impactar de manera muy notable en su cuenta de resultados de este 2022, a pesar de mantener una buena cartera de trabajo.
A ello, debe añadirse la situación de incertidumbre existente. No tener visibilidad sobre la evolución de los costes, el mercado o los tipos de interés, dificulta poder acertar en la elaboración de los presupuestos y planes de negocio cara a próximos ejercicios.
Pero al mismo tiempo, la experiencia nos ha demostrado que todo momento de dificultad tiene su otra cara. Hay sectores que se ven beneficiados por las circunstancias lo cual les permite consolidarse, crecer e incluso abordar procesos de diversificación sectorial o geográfica. Sectores como salud, limpieza, seguros, logística, Oil&Gas y electrificación en el ámbito energético, TICs, o medio ambiente, se encuentran en un momento de gran dinamismo y con muy interesantes proyectos de crecimiento, expansión internacional y diversificación.
Por compartir unos datos a modo de ejemplo, desde IMAP en los últimos 5 años hemos asesorado y completado con éxito el cierre de 132 transacción en el ámbito de la salud, 58 en el sector logístico y 173 transacciones en el ámbito de la tecnología y digitalización. Los propios números reflejan el dinamismo de estos sectores.
Ante esta realidad, debemos ser conscientes de que estos momentos de dificultad son también momentos de oportunidad para las empresas que están en ambas caras de la moneda. Para abordar esta oportunidad correctamente, se requiere de visión empresarial y tener planificación y estrategia. La improvisación no es buena consejera a la hora de abordar estos procesos.
Cuestión fundamental a la hora de abordar una operación corporativa es la existencia de un proyecto de futuro sólido por encima de situaciones coyunturales. Debemos de ser conscientes de que no abordar o demorar este proyecto de futuro tiene un coste de oportunidad, porque el mercado es tremendamente dinámico. Los competidores no van a permanecer inmóviles esperándonos. Menos aún si cabe, en la coyuntura actual, con los profundos cambios que se están produciendo en el contexto empresarial mundial.
Profundos cambios, por un lado, como consecuencia de las transiciones digital, energética y ambiental, que son imparables a nivel global.
Y por otro lado, debido también al cambio de la situación geopolítica que está provocando importantes ajustes en los mercados geográficos objetivo, así como en el origen de los aprovisionamientos, debiendo salvaguardar la continuidad y la seguridad de las cadenas de suministro y todo ello, con la previsión a medio-largo plazo de que esto se mantenga incluso en un escenario posterior a la guerra. Adicionalmente, debemos tener en cuenta que la invasión de Ucrania ha acelerado la tendencia mundial al proteccionismo, lo cual puede ocasionar mayores barreras de entrada a los mercados.
Teniendo en cuenta todas estas circunstancias, es absolutamente necesario adaptar la estrategia de la compañía a la nueva realidad. Y, como siempre, la peor decisión es no tomar ninguna decisión.
La implementación de una adecuada estrategia corporativa, es algo diferencial en un momento como el actual. Esta estrategia puede pasar por la venta de la compañía o de algunas de sus ramas de negocio/filiales. De hecho, se están reactivando procesos de carve-out o venta de activos no core en la actualidad, que permiten hacer caja o “quitar lastre” por un lado a la parte vendedora, pero al mismo tiempo, son una oportunidad para la potencial parte compradora.
Pero la estrategia puede pasar también, por la incorporación de un socio para financiar el crecimiento o la adquisición de otras empresas lo cual nos permitirá ganar mercado, tecnología, producto, … En todo caso, estas decisiones deben tomarse de la mano de una estrategia bien trabajada y por encima de las coyunturas, aunque evidentemente éstas han de ser tenidas en cuenta bien para levantar el pie del acelerador o para pisar a fondo.
Destacar también que de momento se mantiene una abundante liquidez en el mercado con múltiples socios industriales o financieros dispuestos a invertir si existe un buen proyecto o una buena oportunidad de crearlo. Como dato, el Capital Riesgo mundial tiene más de 1,2 billones de euros para invertir (dato de junio de 2022). En Europa las inversiones del Capital Riesgo se han disparado de enero a junio de 2022, período en el que se han cerrado más de 4.000 operaciones, cifra que resulta un 34% superior a la de igual periodo de 2021.
En España, el Capital Riesgo cuenta con capital disponible para la invertir por encima de los 5.000 millones. Todo ello hace indicar que la actividad seguirá en el segundo semestre del 2022 y durante el 2023.
Adicionalmente, también desde un ámbito industrial, sigue habiendo un interés cierto por parte de empresas extranjeras hacia empresas españolas y viceversa. Resulta habitual que, cuando las empresas españolas deciden crecer inorgánicamente su objetivo con frecuencia está en el exterior, de ahí que el 30% de las operaciones cerradas por IMAP en los últimos años han sido operaciones cross-border (con inversores extranjeros invirtiendo en nuestro país y al mismo tiempo, empresas locales comprando empresas en el exterior).
Por tanto, la coyuntura está cambiando, ante lo cual hay que adaptarse. Sigue manteniéndose una situación de liquidez en el mercado y los inversores siguen a la búsqueda de proyectos sólidos en los que participar y a los que poder acompañar.
Por todo lo comentado, estamos convencidos de que con un buen asesoramiento y una adecuada planificación, el actual sigue siendo un momento de oportunidad para llevar adelante las operaciones y el desarrollo de la estrategia corporativa.